DERECHOS DE AUTOR

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Los escritos que aquí se encuentran están protegidos por Creative Commons (Derechos de autor). La copia parcial y/o total de este material, sin que se cite la fuente y su autora, será motivo de denuncia.

lunes, 14 de febrero de 2011

Un día de San Valentín

 Han pasado los años pero sigues tan guapo como siempre. Me acompañas con la distancia justa hasta la cafetería donde hemos decidido que tomaremos un café mientras charlamos acerca de lo que nos ha deparado la vida cuando no éramos el uno del otro. Dejas que roce con mi mano la tuya y hasta que juegue a que caminamos con ellas unidas, a pesar de que siempre creíste que no te quise lo suficiente, que no supe luchar por ti.
 Es bonito saber que tienes tanta delicadeza conmigo que nunca me lo has contado todo, aunque los dos lo sepamos y no nos atrevamos a confesarlo. A veces me encantaría que me dijeras que pensaste que no sabrías vivir sin mí, aunque sea mentira. Porque la verdad es que solo contigo fui yo misma... y eso lo estropeó todo. Una persona que busca su propia infelicidad sobre todas las cosas y personas que pueda haber a su alrededor no pretende aspirar a mucho más. A un amanecer desgarrado y tembloroso, a una ridícula noche en vela, a una despedida torpe e innecesaria.
 Y, sin embargo, por las piruetas que da el destino, que se empeña en reforzar unos lazos que, aunque sueltos, no pueden romperse, aquí estamos de nuevo. Tú y yo. Solos. Me miras a los ojos mientras me cuentas tus problemas, tu rutina, tu hoy y tu mañana y tu pasado, el pasado en el que no aparezco -tantos años sin ti, sin mí, sin nosotros- y yo me pongo nerviosa y fijo las pestañas en los posos del café, intentando leer en ellos a dónde irá a parar todo esto. No escucho tus palabras porque pienso en tus labios, que hace un tiempo eterno que no siento en los míos, tan olvidadizos como yo misma.
 Y me dejo llevar en la despedida, que nunca es la última -porque siempre nos tenemos reservado algún adiós para más adelante- por tus ojos que encierran en lo más profundo de sus pupilas a una chica pequeña e insignificante; y me emociono con esa sonrisa tan tuya, que sólo se dibuja en tu cara cuando se te olvida que ya no me quieres.

2 comentarios:

  1. Buscarse la infelicidad no es tan extraño -ni tan sano- como creemos.

    ResponderEliminar
  2. Nunca creí que fuese sano. En absoluto.

    ResponderEliminar