Cada mañana, los vecinos despertaban desconcertados por la telaraña dorada que atrapaba a las farolas, las esquinas y hasta las flores que nacían de los balcones. Y es natural la sorpresa, pues cada día había más hilo llenando las calles. Ignoraban la promesa de amor que Marcos hizo a Natalia y que, atados cada uno al extremo de un lazo de seda, no estaban dispuestos a perderse.
Connie Marchante Sáez, Cachitos de Amor 2, ed. Acen, Comunidad Valenciana, febrero 2013.
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