cuándo dejarás de ser demasiado
joven para poder cambiar.
Los jóvenes evolucionan
constantemente, y quiero
contártelo porque tal vez
yo pronto lo olvide.
No maldigas tu postura,
ni lamentes que solo los ignorantes
conocen la felicidad.
Pues tú bien sabes, como yo,
que nunca pretendimos
ser felices.
Si me sigues, si me escuchas,
es porque ansías saber,
y sobre todo, saber contarlo.
Tú único pecado es ser mi alumna,
pues la maldición del discípulo
radica en tener que superar
los errores del maestro.
Aunque, probablemente,
sea una palabra
muy grande para mí.
Y, sin embargo, son tan
terribles mis faltas, tan
profundas mis grietas,
que ya me siento
demasiado mayor
para poder cambiar.
Por eso, querida alumna,
discípula,
tan joven, tan afortunada,
que posees el tiempo en tus manos
y que ya has ganado tanto,
te pido que camines con cuidado
sobre mis turbios pasos, cuando los sigas.
Y que cuides mis errores con cariño,
porque yo aún los amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario