Cuando escribo,
cuando siento,
cuando anhelo letras y signos,
surge en ti esa magia extraña
que nace del tecleo arrítmico
e inconstante de mis pensamientos
que te obliga a atarte a mí mediante
palabras absurdas, irracionales y
chispeantes, creando puentes
cobardes e inestables
que no llevarán a
ningún otro lado y que,
sin embargo
y aunque
no lo comprendas del todo,
no quieres evitar.
Ojalá.
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