No quedan palabras.
Se las tragó el grito.
Ya no viven en mi boca,
nunca más conmigo.
Sé que se hicieron lágrimas
y buscaron su destino.
Se colaron por el lado oscuro
de tu ombligo.
Se fueron, traidoras, para
contarte mis secretos.
Duermen al compás del latido
de tu sien, la que recostabas
sobre mi pecho.
Me has dejado sin palabras.
Te has quedado el sollozo,
mi llanto y hasta el miedo.
Te has llevado el cariño y
hasta el ansia del deseo.
Ya no podré contarte que,
aunque no lo entiendas,
te querré más allá del tiempo.
Que por no poder decirte adiós,
no me alejaré de tu recuerdo.
Y no me queda nada más,
que no sea llamarte en silencio.
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